
Introducción: una mudanza que cambió mi visión
Vivir en distintos países implica constantes traslados. En Madrid, donde comprar vivienda se ha vuelto una misión imposible, aprendí a soltar lo innecesario. Cada mudanza me enseñó que cargar con lo superfluo impide avanzar —un contraste con la claridad que surge al aligerar— y me llevó a revisar las culturas minimalistas vs las maximalistas, tanto en lo personal como en el entorno empresarial.
Las culturas minimalistas: el arte del “menos es más”
Una cultura minimalista se centra en lo esencial, la funcionalidad y la armonía. Como dice el refrán, “quien mucho abarca, poco aprieta”. En el diseño de producto y en el packaging, el minimalismo prioriza la claridad y elimina el ruido visual, favoreciendo la comprensión del mensaje.
El término minimalismo surge en Estados Unidos a comienzos de los años 1960 como reacción contra el predominio de corrientes realistas o del arte pop; se asocia con la reducción a lo esencial. La frase célebre “menos es más” está atribuida al arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, quien promovió una estética donde cada elemento cumple múltiples funciones visuales y utilitarias —como suelos que también funcionaban como radiadores o chimeneas integradas en baños— creando una impresión de extrema simplicidad. No obstante, el lema fue acuñado primero por Peter Behrens, arquitecto mentor de Mies.
Las culturas maximalistas: identidad en la abundancia
Las culturas maximalistas celebran el exceso, la mezcla de estilos y la riqueza visual. En el arte, el maximalismo se define como gusto estético por el exceso, nacido como respuesta al minimalismo, con la máxima “más es más”. Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término existe y significa “posición extrema o radical”, aunque se utiliza con mayor frecuencia en política.
Culturas minimalistas y maximalistas: El autor que reflexiona sobre ambas corrientes
El crítico cultural Kyle Chayka, en su ensayo The Longing for Less, explora cómo el minimalismo pasó de ser un arte radical en los años sesenta a una estética popularizada. Chayka analiza cómo obras como la Glass House de Philip Johnson o los cubos de Donald Judd inspiraron un movimiento que después se convirtió en tendencia global. Su mirada ayuda a comprender por qué el minimalismo, más allá de la estética, puede ser una estrategia de vida y de empresa.
La transición: del caos visual a la sobriedad minimalista y su impacto psicológico
El paso de ambientes recargados a espacios sobrios y minimalistas tiene un fuerte impacto psicológico. Mejora la concentración y la claridad mental, reduce el estrés y fomenta el bienestar. Desde la psicología transcultural, se observa cómo el entorno físico influye en la identidad y en la manera de relacionarse.
En este sentido, la psicóloga Hazel Rose Markus ha estudiado cómo las culturas moldean el yo y los esquemas mentales, mientras que la psicóloga Batja Mesquita demuestra que las emociones cambian en función de la interacción cultural.
Ambas perspectivas explican por qué entornos minimalistas o maximalistas afectan de forma diferente según la historia cultural de cada persona.
Por su parte, la psicóloga Michele J. Gelfand ha trabajado en la teoría de la “rigidez–flexibilidad” cultural (tightness–looseness), muy vinculada a cómo las oficinas ordenadas pueden reflejar sociedades que valoran el control, la claridad y la estructura, mientras que los espacios recargados expresan mayor apertura y flexibilidad cultural.
Mi experiencia: elegir con consciencia, sin renunciar
Cada mudanza fue un examen de lo esencial. El minimalismo se transformó en una elección consciente, no en una renuncia. En la empresa ocurre lo mismo: las oficinas ordenadas, limpias y funcionales no solo transmiten calma, sino que refuerzan el foco profesional y facilitan decisiones más conscientes y equilibradas desde una mirada transcultural.
Ya no acumulo libros; ahora uso las bibliotecas públicas o disfruto de los audiolibros. La ropa dejó de ser un símbolo de estatus y se convirtió en una elección personal. Soltar lo superfluo me devolvió claridad, libertad y foco.
En el ámbito empresarial, ocurre igual: al vaciar lo innecesario, se abre paso la creatividad, el bienestar y un trabajo con propósito.
Y tú, ¿qué espacio estás dispuesto a liberar en tu entorno laboral para dejar sitio a lo que realmente importa?
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Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Qué significa hablar de culturas minimalistas vs maximalistas?
Hace referencia a dos formas de entender la vida y el entorno. Las culturas minimalistas priorizan lo esencial y lo funcional, mientras que las maximalistas celebran la abundancia, la ornamentación y la expresión a través de los objetos y los espacios.
2. ¿De dónde proviene el término minimalismo?
El término minimalismo surgió en Estados Unidos en los años 1960 como un movimiento artístico que reducía las formas a lo esencial. La frase “menos es más”, popularizada por Ludwig Mies van der Rohe, resume esta filosofía aplicada tanto en el arte como en la arquitectura y, posteriormente, en la vida cotidiana y la empresa.
3. ¿Existe el término maximalismo en la RAE?
Sí, la Real Academia Española reconoce “maximalismo” como “posición extrema o radical”. Aunque en el ámbito artístico y cultural se utiliza para describir un estilo cargado, ornamental y exuberante.
4. ¿Cómo afectan las culturas minimalistas y maximalistas al entorno laboral?
Las oficinas ordenadas, con estética minimalista, favorecen la concentración y la claridad mental, mientras que los entornos maximalistas transmiten creatividad, expresividad e identidad cultural. La elección depende de la cultura de la organización y de su estrategia empresarial.
5. ¿Qué dicen los psicólogos sobre el minimalismo y el maximalismo?
La psicóloga Hazel Rose Markus sostiene que la cultura moldea la identidad y el comportamiento, lo cual explica por qué diferentes personas responden de manera distinta a espacios minimalistas o maximalistas. Por su parte, Batja Mesquita ha mostrado cómo las emociones se viven de forma culturalmente específica, mientras que Michele J. Gelfand estudia la relación entre orden, estructura y flexibilidad cultural, conceptos clave para entender ambos enfoques.
6. ¿Qué beneficios tiene aplicar el minimalismo en la empresa?
El minimalismo ayuda a simplificar procesos, ordenar espacios y reducir distracciones. Esto genera mayor productividad, creatividad y bienestar entre los equipos. Como dice el refrán: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
7. ¿El maximalismo también tiene ventajas en la empresa?
Sí. El maximalismo, bien aplicado, puede convertirse en una estrategia de diferenciación y expresión cultural. Diseños cargados y entornos abundantes transmiten identidad, creatividad e innovación, lo que puede ser clave en sectores donde la estética y la marca tienen un peso fundamental.
Acerca de la autora
Mercedes Valladares es psicóloga transcultural y experta en coaching para empresas. Acompaña a ejecutivos en el logro de sus metas mediante sesiones de psicología y coaching transcultural. Imparte formación presencial y online a equipos y organizaciones en procesos de desarrollo profesional, liderazgo, adaptación y comunicación intercultural. Trabaja con su método MOVERTE para ayudar a conseguir objetivos con propósito. Su modelo de trabajo se inspira en la Psicología Humanista y en el respeto a los Derechos Humanos.