Me críe en un ambiente en el que había que agradar a las personas y ser simpática.
Si un día me invitaban a un café y no me apetecía, tenía que inventarme una excusa. Decía que me dolía la cabeza o que mi abuela estaba enferma.
A veces, hasta olvidaba las excusas que había puesto para no ofender a las personas y era peor porque quedaba como una mentirosa…
Mi comportamiento tuvo consecuencias negativas porque en los momentos de enfado y por haber callado mi verdad durante mucho tiempo, terminaba diciendo lo que pensaba de una manera poco conciliadora.
¡Así que decidí que lo mejor es decir que “NO” cuando no quiera hacer algo…!
El resultado de mi decisión es que las personas que me valoran y me aprecian me aceptan como soy. Y, las personas a las que no les gusto, no están en mi vida. Para serte sincera es un balance bastante positivo.
¿De qué me sirve estar rodeada de personas que me aprecian por algo que no soy?
Mañana hablaré de forma más amplia sobre esta experiencia en mi masterclass: «Aprende a decir que «no» en el trabajo». Si te apetece compartir tus experiencias apúntate en este link.
Mercedes Valladares Pineda
Psicóloga Experta en Coaching