
¿Cómo se vive la depresión en el extranjero? 6 factores que contribuyen a empeorar esta enfermedad
La depresión en el extranjero no se manifiesta igual en todas las personas ni en todos los contextos. Cambiar de país transforma profundamente la forma en que se experimenta el sufrimiento emocional.
Cada 1 de octubre se celebra el Día Europeo contra la Depresión.
La depresión en el extranjero en un mundo cada vez más conectado es una realidad innegable. La experiencia de vivir en un país diferente al de origen es una realidad para millones de personas. Este viaje, lleno de desafíos y descubrimientos, también puede implicar enfrentar la depresión en un contexto cultural y social completamente nuevo.
Es esencial entender las diferencias cruciales entre la depresión experimentada por quienes viven en su país de origen y quienes la padecen en tierras extranjeras. La intersección de la salud mental y la migración crea un terreno complejo, donde las dinámicas familiares, las expectativas sociales y las barreras lingüísticas se entrelazan con los síntomas de la depresión.
Explorar estas diferencias no solo nos ayuda a comprender la diversidad de las experiencias humanas, sino que también nos permite ofrecer un apoyo más empático y efectivo.
Como psicóloga transcultural, aquí te explico los 6 factores clave que diferencian la vivencia de la depresión en función del contexto cultural y migratorio:
1. La depresión en el extranjero está íntimamente relacionada con el estrés
Quienes han cambiado de país pueden enfrentar estrés adicional debido a la adaptación a una nueva cultura, el choque cultural, la barrera del idioma y la pérdida de conexiones familiares y sociales.
Pensemos en una estudiante internacional que llega a una universidad europea. Aunque está emocionada por su nueva etapa, le cuesta integrarse en clase, echa de menos su idioma y su comida, y empieza a sentir que no encaja en ningún sitio.
En cambio, las personas que permanecen en su país pueden experimentar estrés relacionado con la economía, el empleo, las relaciones familiares y las presiones sociales, pero lo hacen en un entorno culturalmente familiar.
Un estudio publicado en PubMed revela que las personas inmigrantes presentan un 60 % más de probabilidades de sufrir depresión que las nacidas en el mismo país, incluso cuando tienen mejor salud física.
2. La depresión en el extranjero aumenta por la carencia de una red de apoyo social
A menudo, las personas extranjeras pueden sentirse socialmente aisladas debido a la falta de una red de apoyo familiar y social en su nuevo país. Además, en muchas ocasiones no comentan con sus familiares en sus países de origen que están atravesando dificultades emocionales. Esto, por un lado, se debe a factores culturales: en muchas culturas se tiende a ocultar el sufrimiento para no hacer sufrir a la familia. Sin embargo, este silencio puede tener efectos contraproducentes en la salud mental.
Un ejecutivo expatriado prefiere no contarle a su familia que se siente solo en Alemania, que no entiende los códigos sociales y que no ha hecho amistades. En su cultura se espera que sea fuerte y que todo lo pueda resolver por sí mismo.
Por otro lado, las personas que permanecen en su país pueden contar con relaciones sociales más consolidadas —o no—, pero al menos se mueven en un entorno conocido. Vivir en su propio país no da lugar a sospechas ni a otras situaciones desagradables como el racismo, la xenofobia o la desconfianza.
3. La depresión en el extranjero está relacionada con experiencias de discriminación
Las personas extranjeras pueden enfrentarse a discriminación y racismo, lo cual tiene un impacto directo en su autoestima, seguridad y bienestar emocional.
Una enfermera que trabaja en otro país recibe comentarios sutiles sobre su acento o su formación. Aunque no son agresivos, estos mensajes le hacen dudar de sí misma y poco a poco empieza a retraerse.
Las personas locales, aunque también pueden experimentar discriminación por otros motivos (género, clase, orientación sexual), suelen contar con un mayor sentido de pertenencia social y cultural.
4. La depresión en el extranjero aumenta si no hay acceso a servicios de salud mental
Las personas extranjeras pueden encontrar barreras para acceder a servicios de salud mental debido a:
- Diferencias lingüísticas
- Falta de seguro médico
- Desconocimiento del sistema sanitario
- Temor a ser juzgadas o estigmatizadas
Un estudiante latinoamericano que vive en Francia comienza a sentir apatía y pensamientos negativos. Quiere ir a terapia, pero no se siente cómodo explicando sus emociones en francés, y teme que no le comprendan.
En la mayoría de los casos, los y las profesionales de la salud mental no están formados en psicología transcultural. Esto puede dar lugar a malos entendidos, interpretaciones erróneas de los síntomas y una atención poco adecuada.
En cambio, quienes viven en su país de origen suelen conocer mejor los recursos disponibles y acceden con más facilidad a la atención psicológica y sanitaria.
5. La depresión en el extranjero y su falta detección está relacionada con la manifestación de los síntomas y los sesgos culturales
En algunos países, los síntomas de la depresión se expresan de manera diferente. Por ejemplo, en contextos no occidentales, puede haber mayor prevalencia de síntomas físicos (como dolor de estómago o fatiga) en lugar de expresiones emocionales. Esto puede activar sesgos inconscientes, prejuicios y estereotipos por parte del personal sanitario, lo que dificulta un diagnóstico preciso.
Una mujer diplomática que trabaja en Asia empieza a tener insomnio, palpitaciones y una sensación constante de opresión. Al acudir a un médico local, este le dice que es estrés por el trabajo, sin explorar otras posibles causas emocionales.
6. La depresión en el extranjero está relacionada con las presiones culturales, el nivel sociocultural y el estatus
Las personas extranjeras pueden sentir la presión de integrarse en una nueva sociedad mientras intentan mantener vivas sus propias tradiciones y valores. Esto puede crear tensiones internas y sentimientos de desarraigo.
Un migrante que trabaja en la construcción en un país nórdico se siente dividido: en casa intenta mantener sus costumbres, pero fuera siente que tiene que esconderlas para ser aceptado.
Además, el nivel sociocultural influye notablemente: cuanto más bajo es, mayores son las dificultades para integrarse en la población autóctona. Esto suele estar acompañado de inseguridad personal y de haber vivido discriminación en sus propios países por tener menos recursos o formación. Al llegar al extranjero, esta situación puede agravarse.
Una mujer que emigró para trabajar como cuidadora interna siente que nunca podrá salir del círculo de precariedad. En su país también fue discriminada por su clase social, y ahora, lejos de casa, ese sentimiento se multiplica.
Por otro lado, las personas con un nivel cultural alto también pueden experimentar dificultades de integración. En países donde las clases sociales están menos marcadas, quienes estaban acostumbrados a un estatus privilegiado pueden sufrir un «descenso de clase» simbólico. Esta pérdida de estatus puede provocar confusión, frustración y síntomas depresivos.
Un empresario de éxito en su país se traslada a un país europeo donde nadie lo conoce. Ahora es simplemente «uno más» y se siente invisibilizado. La pérdida de su reconocimiento social le genera un profundo vacío.
Si además se encuentran con profesionales que no entienden esta dinámica, pueden ser juzgados superficialmente: «como era rico en su país, aquí no sabe desenvolverse», sin comprender el impacto emocional real.
Conclusión:
Reconocer y comprender las diferencias en cómo se vive la depresión en en el extranjero de personas no autóctonas y personas locales es clave para poder ofrecer una ayuda significativa.
Los factores mencionados —estrés migratorio, aislamiento, discriminación, presión cultural, nivel socio-educativo y estatus— moldean las experiencias emocionales de cada individuo. La empatía y el apoyo social son esenciales para ayudar a las personas a superar estos retos.
La depresión en el extranjero es como una maleta invisible: no importa el tipo de billete con el que hayas viajado, ni cuántos sellos tenga tu pasaporte. A veces pesa más cuando estás lejos de casa.
Al respetar la diversidad cultural, eliminar barreras en el acceso a la salud mental y ofrecer espacios seguros para hablar del sufrimiento psicológico, contribuimos a construir comunidades más humanas, inclusivas y resilientes.
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Preguntas frecuentes
¿Por qué la depresión puede ser distinta cuando se vive en otro país?
Porque el contexto cultural, el idioma, la soledad y la falta de apoyo influyen profundamente en cómo se expresa y se vive el sufrimiento.
¿Es normal sentir tristeza o ansiedad tras mudarse al extranjero?
Sí, son reacciones comunes. La adaptación cultural puede generar lo que se conoce como «shock cultural» y afectar el estado de ánimo. Si la tristeza se prolonga o afecta tu funcionalidad, conviene pedir ayuda profesional.
¿Qué puedo hacer si estoy en otro país y me siento deprimida o deprimido?
Buscar acompañamiento profesional especializado en procesos migratorios o transculturales. También puedes hablar con personas de confianza o buscar redes de apoyo locales.
¿La depresión se puede curar aunque esté lejos de mi familia?
Sí. Con el acompañamiento adecuado, puedes recuperarte estés donde estés. Es importante trabajar con una persona profesional que entienda los retos culturales que estás atravesando.
¿Hay recursos gratuitos o accesibles si no tengo seguro médico?
Sí. Muchas ONG, servicios sociales o asociaciones de migrantes ofrecen apoyo psicológico gratuito o a bajo coste. Infórmate en tu localidad.
¿La depresión afecta por igual a personas migrantes y a personas expatriadas?
Sí. La depresión no distingue entre clases sociales, nacionalidades ni estatus profesional. También lo sufren expatriados, estudiantes internacionales, personas diplomáticas o profesionales altamente cualificados. Cambiar de país puede tener un impacto emocional profundo en cualquier persona. Por eso es fundamental abordar la salud mental desde una mirada amplia, empática y sin estereotipos.
Acerca de la autora
Mercedes Valladares es psicóloga transcultural y experta en coaching para empresas. Acompaña a ejecutivos en el logro de sus metas mediante sesiones de psicología y coaching transcultural. Imparte formación presencial y online a equipos y organizaciones en procesos de desarrollo profesional, liderazgo, adaptación y comunicación intercultural. Trabaja con su método MOVERTE para ayudar a conseguir objetivos con propósito. Su modelo de trabajo se inspira en la Psicología Humanista y en el respeto a los Derechos Humanos.