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Cómo decir que no en tu trabajo

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Estoy sorprendida con las respuestas que he recibido en relación con la publicación de mi entrenamiento gratuito: “Decir que no en tu trabajo” programado para la próxima semana.

Te pongo tres ejemplos de los comentarios que me han hecho:

  • “Si digo que «no», me quedo sin trabajo”.
  • “Tengo familia e hijos, no me puedo quedar sin trabajo”.
  • En estos tiempos no se puede decir que “no” en el trabajo.

A priori lo primero que te imaginas es que las personas que se pronuncian de esa manera residen en países autoritarios en los que los trabajadores no gozan de derechos. Pero, lo más asombroso de todo es que estos comentarios son de personas españolas.

Está claro que todo tiene un matiz y que hay que indagar en qué tipo de empresa trabajan esas personas, qué puestos ocupan, su nivel cultural y por qué no se atreven a decir que no. El miedo es un arma muy poderosa que se produce en nuestra mente de manera racional o irracional, pero que nos paraliza y hace que nos quedemos estancados en un lugar en el que no queremos estar.

Ayer un cliente, – me dijo: “tengo 53 años, cuando yo ya tenía un hijo, mi jefe empezaba a gatear”. Agregó: “¿Y sabes cuáles fueron sus palabras?”- continuó: “Te estoy metiendo presión para sacar lo mejor de ti”. ¡Sorprendente!

Mis conclusiones no tienen peso, ni son contundentes a nivel cuantitativo, pero si lo son a nivel cualitativo. Me parece grave que la gente tenga miedo a decir que no a cosas sencillas como, negarte a tomar un café con tu jefe cuando no te apetece.

Es un clásico que mis clientes me pidan cursos de asertividad. Pero, luego se echan para atrás cuando les planteo un entrenamiento para aprender a decir que no, que es una de las habilidades más importantes para ser asertivo.

En los dos últimos años he hecho procesos de coaching a 159 personas de diferentes nacionalidades y todos me decían que si hubiesen dicho que “no” a determinadas situaciones no se hubiesen complicado su vida.

El problema de los cursos para aprender a decir que “no” es que estos son diseñados desde una perspectiva cultural de países occidentales que utilizan un estilo de comunicación directo: “no me apetece tomar café contigo”. Y, se olvidan de que en muchos países un estilo de comunicación tan directo puede ser interpretado como agresivo o de mala educación.

Puedes decir que no utilizando un si, por ejemplo: “Si, me encantaría tomar café contigo pero en estos momentos no me puedo”. Como psicóloga experta en coaching transcultural, pongo en valor la cultura como una fuente de riqueza estable, potenciadora de talento y éxito en entonos culturalmente diversos.

Debemos plantearnos por qué en determinados entornos elegimos callar lo que sentimos por miedo a determinadas represalias. En muchas ocasiones nos enfocamos en las consecuencias negativas de decir que “no” y se nos olvidan las consecuencias positivas. Aunque te parezca contraproducente cuando dices sque “no” pones limites y le enseñas a los demás a que te respeten.

Una conocida, en su centro de trabajo, fue trasladada a un pasillo en el que pasaba frío. Comentó esa situación a sus jefes y estos le contestaron: “es lo que hay”. Al día siguiente la trabajadora puso una manta de pared a pared para resguardarse de la corriente de aire que le estaba ocasionando un resfriado. Los jefes reaccionaron de forma inmediata y la reubicaron en un sitio con condiciones satisfactorias.

Otra clienta renunció a su trabajo porque no podía compaginarlo con la formación y para su sorpresa su jefa hizo todo lo posible para ayudarla. Incluso le redactó una carta de recomendación para conseguir un ascenso.

Todo esto que te estoy contando es sencillo de entender, pero difícil de poner en práctica si no tienes herramientas para hacerlo. Si eres una persona a la que le cuesta decir que “no”, necesitas un acompañamiento profesional para desarrollar esta habilidad.

Si no lo has conseguido durante todos estos años, no lo vas a conseguir ahora. Es el momento de que pongas en una balanza todas las cosas positivas que vas a obtener cuando aprendas a decir que “no”. Pero, no seré yo la persona que te va a convencer, eres tú la persona responsable de decidir lo que quieres hacer con tu vida y la manera como quieres vivirla.

Se supone que hemos avanzado como sociedad y como seres humanos, entonces: ¿por qué no podemos expresar con apertura lo que sentimos?

Cuando decimos que “no” a algo a lo que no queremos hacer, la respuesta que merecemos es: “te entiendo y respeto tu decisión”. Nadie tiene que presionarte, amenazarte, coaccionarte y tú no deberías elegir que te presionen, te coaccionen o que te amenacen.

Mercedes Valladares Pineda

Psicóloga Experta en Coaching TransCultural