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Diversidad e Inclusión en la práctica

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Estos días he estado participando en un debate celebrado en Hamburgo Alemania: “Integrarse en la sociedad y fortalecer la cohesión para una Europa más inclusiva” organizado por Inclusive Europa (www.inclusiveurope.com) y Brakula, https://www.facebook.com/brakula/ coorganizador en Alemania. En dicho acto participaron personas de Alemania, Estonia, España, Suecia, Ucrania, y Lituania.

En términos generales he podido observar que se han producido muchos avances en los diferentes países, y en la medida en que cada país ha ido recibiendo inmigrantes económicos y refugiados, se han ido produciendo cambios en las diferentes políticas de inclusión.

Me di cuenta de que aún tenemos una visión paternalista, ya que las políticas públicas de inclusión son diseñadas desde una visión etnocéntrica en atención a las circunstancias del país que facilita la acogida. Y, cuando se adopta esa perspectiva se pierde la visión del bosque y con ello, muchos matices que podrían facilitar la inclusión de las personas extranjeras.

Una empresa privada que ofrece servicios tiene en cuenta la perspectiva de sus clientes porque si estos no están satisfechos la empresa se puede ir a pique.

Siguiendo en esta línea de pensamiento, si tomamos en cuenta la realidad social de las personas extranjeras que llegan a nuestros países, sin menoscabar el respeto a los derechos de las poblaciones autóctonas, es probable que estos se sientan mejor y que se adapten más fácilmente.

Esta perspectiva, se entiende muy bien a nivel teórico. Un claro ejemplo de este entendimiento se refleja en el lenguaje. Ya no hablamos de integración, hablamos de inclusión.

Si decimos que alguien se tiene que integrar en una sociedad, de forma encubierta sugerimos que esa persona debe seguir las pautas y las normas del grupo mayoritario. Si decimos que se debe incluir, sugerimos que esa persona debe seguir las pautas y las normas del grupo mayoritario pero que la aceptamos con todo su bagaje cultural.

La verdadera riqueza de estos eventos no se encuentra en las conferencias y las presentaciones de las personas expositoras. Se experimenta a través de las interacciones dinámicas porque son el catalizador para saber lo que está pasando en la realidad. De hecho, en la vida cotidiana, lo más difícil es incluir a personas con un bagaje cultural y valores diferentes.

Mi primera experiencia en Hamburgo fue con dos personas de un país latinoamericano. En la estación de tren, me comentaron que en esta ciudad podía subirme a cualquier autobús sin pagar, porque el estado confiaba en los ciudadanos y, esta era la razón por la que en la entrada del transporte público no había controles estrictos.

Durante mi estancia en Hamburgo, observé que en los momentos de ocio algunas de las personas participantes no se relacionaron con personas de países diferentes a los suyos. ¿Cómo podemos aprender sobre otras culturas si ni siquiera lo hacemos en una zona protegida como un evento de esta naturaleza?

En un grupo de trabajo sugerí a mis colegas que expresaran con sinceridad la primera impresión que habían tenido sobre cada uno de nosotros cuando nos vimos por primera vez. Las descripciones que hicieron sobre mi no me dejaron indiferente porque son opuestas a la percepción que la gente tiene sobre mi en España.

Las personas de diferentes orientaciones políticas que estaban invitadas a debatir sobre este tema, por desgracia, no pudieron asistir. Y, justamente, son ellas las que tienen que empaparse de la realidad que viven las personas de a pie. Los hacedores y hacedoras de políticas públicas, por lo general, se presentan durante 5 minutos para saludar y agradecer, y luego, se marchan.

Estas tres experiencias me sitúan más en la realidad. En muchos países de Latinoamérica, la corrupción es estructural y algunos actos como no pagar el transporte público están dentro de la picaresca aceptada por la sociedad, y se considera como un pequeño triunfo porque se engaña a la autoridad.

En el caso de las observaciones que me hicieron algunos colegas, es obvio, que estas están impregnadas de connotaciones culturales. Con el ejercicio que propuse, mi objetivo era hacer ver la importancia que tiene hacer conscientes nuestros sesgos inconscientes. Sin exagerar, creo que era la primera vez que estas personas que trabajan con inmigrantes y refugiados escuchaban este término.

En el caso de las personas que ocupan cargos públicos, sería conveniente que invirtieran parte de sus horas de trabajo para conocer con más profundidad la realidad de su entorno. De esta manera, las políticas públicas tendrían en cuenta las diferentes perspectivas culturales de las personas que residen en un país.

Sugerí la implementación de cursos de formación en competencias interculturales, sesgos inconscientes y la teoría universal de los derechos humanos.

En primer lugar, para las personas que trabajan -en terreno y a diario- con personas extranjeras porque son ellas las encargadas de vehicular las necesidades de estas personas a otras instancias superiores.

En segundo lugar, para las personas extranjeras que por desconocimiento reproducen comportamientos deleznables aprendidos en sus países de origen, en los países que los acogen, como no pagar el transporte público.

Y, en tercer lugar y sobre todo, para las personas que se encargan de diseñar las políticas públicas de inclusión.

La obligación de todas las personas que trabajamos en temas de diversidad e inclusión, es la de cuidar de manera personal estos aspectos para evitar la expansión de prejuicios, estereotipos y sesgos inconscientes sobre las personas a las que pretendemos ayudar.

Mercedes Valladares Pineda

Psicóloga Experta en Coaching Transcultural