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¿Has sufrido “Choque Cultural Inverso vacacional”?

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Si eres una persona que reside en el extranjero y has ido a pasar vacaciones a tu país de origen, es probable que hayas sufrido de “choque cultural inverso vacacional”.

El “choque cultural inverso” es la dificultad que tienen las personas −que vuelven a su país después de residir muchos años en el extranjero− para adaptarse al entorno, los comportamientos, las creencias y los valores de su propia cultura.

Hay algunos factores que influyen a que el “choque cultural inverso” sea más difícil de superar, entre estos se pueden mencionar los siguientes:

1. Tiempo de residencia en el extranjero. Cuanto más tiempo hayas estado fuera, tendrás mayor dificultad para adaptarte a tu cultura de origen.

2. Grado de relación con personas de tu misma nacionalidad. Si has tenido escaso contacto con tus compatriotas, adoptas nuevos valores y te involucras en la nueva cultura con mayor rapidez.

3. Ambiente laboral y social en el que te desenvuelves. Algunas personas escalan posiciones en su estatus social y otras, se desenvuelven en un entorno con un nivel adquisitivo menor al que tenían en su país de origen.

4. Diferencias culturales entre los dos países. Cuantas más disimilitudes existan en relación a la lengua, el clima, o el estilo de vida, más difícil será tu re-integración.

5. Experiencias personales del expatriado en ambos países. Puedes haber tenido experiencias negativas en tu país y esta situación contribuye a que idealices tu nuevo país de residencia. Por el contrario, si has tenido experiencias negativas en el extranjero puede ser que la inadaptación a tu cultura no sea tan intensa.

A pesar de que la globalización ha estandarizado la moda, las costumbres, la gastronomía y a que tienes contacto con la prensa internacional y con las redes sociales, las cosas cambian cuando las vives en primera persona. Te cito algunos ejemplos: el sabor de la comida, el clima, los colores, la forma de vestir y de gesticular de la gente.

En tu entorno, algunos de tus familiares se han hecho mayores, otros tienen nueva descendencia, algunos de tus amigos se han divorciado y otros tienen nuevas parejas.

En particular, cuando viajas de un continente a otro tienes una sensación de irrealidad. Te planteas que en 24 horas estás en el mismo planeta pero en un mundo totalmente distinto. ¡Las personas son iguales y a la vez son diferentes!

En algunos momentos, no te reconoces en el espejo ya que en cuestión de horas te ves obligado a cambiar tu repertorio de comportamientos y tus estructuras de comunicación; para darte a entender, tu idioma o tu vocabulario es diferente.

Debido a que somos seres de costumbres necesitamos tiempo para asimilar los cambios y adquirir nuevos hábitos. El psicólogo británico Jeremy Dean después de realizar varios estudios sobre esta materia concluyó que cambiar un hábito lleva entre 21 días y 10 meses.

En un período vacacional corto, las experiencias son más intensas y difíciles de asimilar ya que cuando te empiezas a adaptar a los cambios llega el momento de partir.

Recuerda que las experiencias que vives, con independencia de que estas sean negativas o positivas son puntuales habida cuenta de que los encuentros con amigos y familiares son más abundantes por el hecho de que tu tiempo es limitado. Si volvieras a residir en tu país, tu vida cotidiana sería totalmente distinta.

¿Qué puedes hacer con todas las situaciones vividas durante tus vacaciones?

Para evitar que distorsiones tus experiencias y que hagas conclusiones precipitadas sobre tus vacaciones en tu país de origen, te aconsejo que sigas los siguientes pasos:

1. Busca el equilibrio: haz un listado de las cosas positivas y negativas tanto de tu país de origen como del país en el que estás residiendo en la actualidad. Te darás cuenta que la suma de los elementos de ambas culturas, han contribuido a enriquecerte como persona.

2. Valora los aspectos positivos de tu estancia: agradece las atenciones que te han brindado tus amigos, familiares y conocidos. Se consciente de que quien ha cambiado su manera de percibir el mundo eres tú. Por lo tanto, tienes que esforzarte en aceptar los aspectos que ahora te desagradan y que un día formaron parte de tu cultura.

3. Mantén el contacto con gente de tu país: aunque pienses que ya no tienes nada en común con tus compatriotas, si profundizas, te sorprenderá descubrir que algunos de ellos, aunque no hayan salido de tu país se identifica con tu manera de pensar.

4. Comparte tus experiencias con otros expatriados: no cabe duda que integrarte en los diferentes ámbitos de una nueva sociedad demuestra el buen uso de tus habilidades interculturales. De igual manera, compartir tus experiencias con personas en la misma situación que tú, te ayuda a incrementar tu inteligencia cultural.

Hacer comparaciones entre diferentes países forma parte de un proceso mental natural que nos ayuda a comprender mejor nuestro desarrollo personal en otra cultura. Sin embargo, debemos tener presente que ninguna cultura es superior a otra ya que en la diversidad reside la riqueza.

Mercedes Valladares Pineda
Psicóloga – coach transcultural