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Procrastinadores en el mundo

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“Procrastinadores en el mundo”

Hace algunos años, la palabra procrastinación en España era una desconocida y para algunas personas resultaba complicado pronunciarla. Yo la escuché por primera vez cuando un amigo se autodefinió como procrastinador. Al buscar su significado comprendí que se refería al famoso proverbio: “no dejes para mañana, lo que puedas hacer hoy”.

En 1995 leí un libro llamado: “El Hábito de Postergar” escrito por Jane Burka y Leonora Yuen. Me pareció interesante porque me sentí identificada en muchos aspectos. En el año 2010, me inscribí en un taller para la Reducción de la Procrastinación, impartido por el coach Jaime Bacás. Aún resuenan en mis oídos las palabras admonitivas de Jaime: “tómate tu tiempo porque quiero que en mi taller solo participen personas que rechacen su hábito de procrastinación”.

Nunca le pregunté a Jaime cuantas personas se habían interesado en su taller, lo cierto es que nos apuntamos solamente cuatro.

Luego, en el 2011 en un curso de “Formador de Formadores”, elegí para mi presentación final hablar sobre procrastinación. En aquel entonces, el diccionario de la Real Academia Española (RAE) no había admitido esta palabra que viene del latín procrastinare: pro (adelante) y crastinus (referente al futuro) que significa dilatar, postergar, aplazar, diferir, retrasar, o demorar alguna actividad.

La razón que hace que la procrastinación tenga un estigma negativo y que algunos investigadores la consideren, enfermedad o patología obedece a que aplazamos “sine die» actividades que son cruciales para nuestro desarrollo.

Por esta razón, se habla de síntomas de la procrastinación relacionados con trastornos psicológicos como la ansiedad, la depresión y el trastorno por déficit de atención.

En el 2012 impartí un taller sobre procrastinación en una escuela de coaching y su directora me invitó de manera cordial a que no la incluyera en el glosario de las patologías porque el coaching no aborda problemas psicológicos.

En el 2013 me dijeron en una empresa privada que se sentían muy orgullosos de no tener empleados procrastinadores. “Nosotros, no padecemos ese problema”, – apuntó con aseveración una responsable de recursos humanos.

El psicólogo canadiense Timothy Pychyl, adscrito a la Universidad de Carlton, Ottawa, dice que “procrastinamos para sentirnos bien”. Y agrega, que es una contradicción porque captamos que estamos haciendo algo que nos gusta y al mismo tiempo nos irrita no hacer lo que tiene importancia desde la perspectiva de nuestro bienestar.

¿Cuáles son las actividades cruciales de nuestra vida que podemos postergar?

Las hay en todas las áreas de nuestra vida. Las más evidentes son las de nuestro ámbito laboral. ¿Te ha ocurrido cuando sabes que tienes que entregar un informe a final de mes? Los días pasan y a pesar de que tienes esa tarea pendiente no la haces. Una semana antes sientes ansiedad e incluso puedes perder el apetito. El día anterior a la entrega no duermes hasta que la concluyes. Entonces, cambias tus hábitos de sueño y de alimentación, tu pareja se enfada contigo y tu jefe se siente insatisfecho porque es probable que los resultados no sean óptimos.

Las explicaciones que se han encontrado al hecho de que procrastinemos son muchas. El psicólogo canadiense y profesor organizacional de la Universidad de Calgary Piers Steel, la achaca al uso de los ordenadores y los móviles. En broma se dice que cuando procrastinamos navegando en internet, intercrastinamos. Otros apuntan que procrastinamos porque no sabemos gestionar el tiempo y no planificamos de forma adecuada nuestras actividades.

Hay otras disquisiciones que tienen que ver con rasgos de la personalidad o la gestión emocional. Por ejemplo, se cree que son más proclives a procrastinar los perfeccionistas porque tienen miedo a cometer errores; las personas que tienen baja autoestima y son dependientes, y por lo tanto, su necesidad de aprobación les impide avanzar; y las personas que son impulsivas y tienden a actuar de forma inmediata, cuando sienten un deseo, señala Steel.

Laureano David y Angarita Becerra, en el artículo “Los Procesos Básicos de Motivación y Memoria” (Revista Iberoamericana de Psicología, Ciencia y Tecnología en el año 2014), señalan que se procrastina porque se producen fallas entre la motivación, la memoria, los mecanismos regulatorios y de autocontrol de la conducta y otros procesos de aprendizaje.

¿La procrastinación es una epidemia mundial?

En 1998 Leon Mann, científico conductual, de la Universidad de Melbourne publicó en la Revista Internacional de Psicología, un estudio sobre “toma de decisiones”. Los participantes provenían de tres culturas individualistas de habla inglesa: Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda y tres culturas colectivas de Asia Oriental: Japón, Hong Kong y Tailandia. Su cuestionario contenía declaraciones como: «Me retraso en tomar decisiones hasta que sea demasiado tarde».

Las respuestas revelaron que los estudiantes procedentes de culturas colectivistas tardaban más en tomar decisiones que los estudiantes de culturas individualistas. De hecho, los japoneses obtuvieron las puntuaciones más altas en dilatar las decisiones, seguidos por los taiwaneses, los hongkoneses, los estadounidenses, los australianos y los neozelandeses. Las diferencias entre los grupos no fueron tan grandes como se esperaba y sin embargo, estadísticamente si que hubo variaciones.

Joseph Ferrari, Doctor y profesor de Psicología en la Universidad De Paul en Chicago, quien lleva 30 años estudiando la procrastinación, apunta que esta es común en Canadá, Inglaterra, Perú, Austria, Polonia, Italia, Japón y en casi cualquier país del mundo que nos podamos imaginar. Según el artículo Procrastination without Borders, Heather Smith, explica que Ferrari ha realizado investigaciones en Estados Unidos, Australia, España, Turquía y Reino Unido y no ha encontrado diferencias significativas en las puntuaciones de procrastinación ni entre países, ni géneros.

Sin embargo, los métodos de investigación de Ferrari, tienen sus peculiaridades. Trabaja con personas de mediana edad, en lugar de estudiantes porque piensa que el 75% de los estudiantes son procrastinadores. Smith agrega que, Ferrari también recluta a muchos de sus sujetos de investigación en sus conferencias (sobre procrastinación, nada menos) o de las empresas que lo contratan como consultor. Esto tiene como consecuencia que los resultados de sus investigaciones arrojen datos más específicos sobre la población de Estados Unidos que de otros países.

Pasos para combatir la procrastinación

Hay miles de páginas webs, libros y artículos que te dan tips sobre cómo combatir la procrastinación. Yo te daré algunas ideas basadas en lo que a mi me ha funcionado.

1. Percibir la procrastinación de forma neutra: no es buena ni mala y no está presente en cada momento de mi vida. Cuando aparece la interpreto como una señal para buscar mi bienestar emocional. ¿De qué me sirve hacer algo que me gusta y no disfrutar al 100% porque tengo la sensación de que tengo una piedra en el zapato?

2. Utilizar un lenguaje compasivo: los alcohólicos anónimos cuando dejan de beber siguen llamándose alcohólicos porque son conscientes de su vulnerabilidad y de que en cualquier momento pueden volver a beber. Yo hago lo contrario, no me declaro procrastinadora el 100% de mi tiempo. Asumo que procrastino en determinados momentos.

3. Técnica de los 5 minutos: me la enseñó Jaime Bacás. Consiste en realizar una actividad solo durante 5 minutos. Una vez que empiezo no puedo parar y esos dos minutos se multiplican por 10.

4. Momentos de procrastinación: esta es una técnica adaptada del libro “Adiós, Ansiedad”, del Dr. David Burns. En el mismo el Dr. Burns propone escoger de forma deliberada momentos para sentirse ansioso. En mi agenda, siempre incluyo espacios de procrastinación que aprovecho para “whatssapear” o “intercrastinar” y luego continúo con mis tareas.

Conclusiones

1. En los estudios que he leído sobre la procrastinación en relación a sus causas, mecanismos, síntomas físicos, psicológicos y herramientas para combatirla las respuestas no son las mismas. Al contrario, hay muchas variaciones dependiendo de quién dirige la investigación, que metodología utiliza y en que país se realiza.

2. La procrastinación debe estudiarse desde una perspectiva psicológica y antropológica. Es conveniente tener en cuenta dimensiones culturales como la percepción del tiempo, las culturas individualistas y colectivistas, las jerarquías, los valores y creencias de cada país.

3. Sobre la base de los estándares que se manejen en cada cultura se deben adoptar diferentes formas de percibir la procrastinación y sortear sus obstáculos. Por ejemplo, en Indonesia los subordinados se acoplan a la agenda del superior. Este pude dilatar el cumplimiento de las tareas el tiempo que considere oportuno. En Japón, la autocrítica es una virtud. Por lo tanto, se percibe positivamente que un empleado se defina como procrastinador.

5. Desde el punto de vista psicológico, como apuntan Becerra y David, hay que considerar las complejas interacciones entre los componentes cognitivos, afectivo-motivacionales y conductuales.

6. Alegre (2014) sugiere la necesidad de utilizar modelos explicativos y de evaluación e intervención diferenciales, no solo según los tipos y niveles de esa conducta, sino también atendiendo a aspectos relativos al desarrollo, la biología, el aprendizaje, la motivación, las características cognitivas y las circunstancias ambientales y sociales que rodean a quien procrastina.

7. Hemos procrastinado siempre y en todas las culturas. Hay muchas anécdotas que describen a procrastinadores que han cambiado la historia de la humanidad como Leonardo Da Vinci. Algunos sitúan el origen de la procrastinación en el budismo. Cuentan que Ananda, aprendiz directo de Buda, procrastinó durante mucho tiempo y dejó que su maestro falleciera sin preguntarle información relevante sobre los diferentes tipos de votos que hay en el budismo.

Algunas personas aseguran que dejan las cosas para el último minuto a propósito porque trabajan mejor bajo presión, pero aquellos que de verdad procrastinan sufren con el retraso”.

Mercedes Valladares Pineda
Psicóloga Experta en Coaching Transcultural
Whatsapp +34 666 090 580
www.transculturality.com

ACERCA DE LA AUTORA

MERCEDES VALLADARES PINEDA, trabaja en Madrid de forma presencial. Y, a través de plataformas on line, a nivel internacional. Facilita procesos de coaching personal, de negocios y formación a medida a empresas y «one to one» a individuos. Utiliza la psicología y la cultura como dos herramientas que se retroalimentan mutuamente. Por ello, actúa como facilitadora de integración a las personas que quieren adaptarse a otra cultura en tiempo récord para sacar el mejor rendimiento económico y personal durante su estancia en otra cultura. Asimismo, ayuda a parejas mixtas a superar barreras culturales que producen malos entendidos. Ha creado su propio modelo de trabajo inspirado en la Psicología Humanista y el respeto a los Derechos Humanos. Trabaja con expatriados, cooperantes internacionales, ONG, escuelas de negocios y universidades, diplomáticos, cónyuges de diplomáticos y familias de expatriados que necesitan orientación en una nueva cultura.